viernes, 11 de diciembre de 2009

[Era un sapo...!*]


La Princesita tenía su corazón guardadito, no quería sufrir, ni desilucionarse del amor nuevamente, por lo mismo no confiaba en los caballeros que se le acercaban...

Un día normal, como los que siempre tenía, llego un Caballero que le había llamado mucho la atención, pero por el miedo a sufrir la Princesita mantuvo una distancia. Este Caballero, que claramente era muy apuesto, no dudo en acercarse a la Princesita.

Al principio le costo mucho tener algún contacto con ella, ya que la Princesita se reusaba a tener algo con aquél caballero, pero con el tiempo no fue capaz de mantener la distancia y así formaron una cercana amistad. El Caballero la visitaba todos los días y no dejaba de alagarla con distintos detalles, que siempre le llevaba hasta su castillo, la Princesita por su parte, estaba encantada con aquél Caballero, no dejaba de pensar en él, pero siempre tuvo en su corazón la rara sensación de que no era bueno para ella acercarse a él, pero como toda Princesita encantada, no tomo en cuenta aquella sensación y siguió con esta amistad que tenía con él...

Pasaron días y semanas, no dejaban de verse y de pasar momentos encantadores... La Princesita estaba feliz y creía que por fin había encontrado el amor, que por fin alguien la valoraba por quien era ella y no por su enorme castillo y que el Caballero era el hombre para ella. La Princesita lucho contra todos quienes se opusieron a su amistad con el Caballero, no dudo en enfrentar a sus Padres, ella fue mas fuerte que todo eso y lucho por aquel amor que creía correspondido.

La Princesita se enteró que tenía que hacer un viaje por una semana, no quería dejar a su Caballero por una semana, pero así tenía que hacerlo. El día antes de su viaja el Caballero llegó al castillo como todos los días, pero ese día fue distinto, ya que sería su despedida, como siempre él llego con un ramo de rozas azules hermoso, claramente la Princesita estaba contentísima, ya que las rozas azules eran sus favoritas, se despidieron como siempre lo hacían y el partió a su hogar, la Princesita estaba angustiada, no quería dejar de verlo por una semana, lo extrañaría mucho, pero nada podía hacer en contra de eso.

Llegó el día de partir y así fue, pasó la semana y ella lo único que quería era volver para poder verlo, cuando llego al castillo estaba ansiosa de que su Caballero fuera a verla, pero esa noche él no llegó, la Princesita se preocupó mucho, ya que no sabía lo que pasaba con su apuesto Caballero, pensó que quizás le había pasado algo y que por eso no la fue a ver esa noche y así pasó esa noche y varias más, en las que ella no veía a su Caballero... Preocupada por él, la Princesita salió de su castillo en busca de alguna razón o alguna respuesta a tantas preguntas que tenía.

Camino y camino hasta que llegó donde el supuestamente vivía y así era, su Caballero estaba ahí, pero no solo, la Princesita al verlo con otra muchacha no supo que hacer, no podía creer lo que veía, no podía entender que era lo que sucedía con su supuesto Caballero. La Princesita se quedó ahí esperando a que su Caballero estuviera solo y poder hablar con él, pero al ver que su Caballero se besaba con la muchacha, no fue necesario esperar respuesta alguna.
Su corazón nuevamente estaba roto y no pudo contener las lágrimas, corrió y corrió lo mas rápido que pudo, ni ella sabía hacia donde iba, pero no paraba de correr, llego al fin a su enorme castillo, entro sin que nadie la viera y se encerró en su cuarto. No podía creer que su supuesto Caballero le hiciera algo así, que le mintiera y que no fuera capaz de dar la cara... Se dio cuenta que su Caballero era un Sapo, pero de los sapos mas feos que pueden existir, nunca mas lo volvió a ver y nunca mas volvió a creer en los Sapos como él. La Princesita era mucho para el Sapo.